El mundo del caballo cabalga sobre muchos terrenos distintos. Están los aficionados que disfrutan de un fiel amigo paseando por el campo, y están aquellos que lo disfrutan de una forma más intensa y competitiva. Entre estas formas encontramos la Doma Vaquera, un deporte ecuestre que la propia Federación Española de Hípica define como una disciplina realizada en un cuadrilongo donde a través de ejercicios de competición se replican labores del campo usadas para trabajar con el ganado vacuno. Es decir de una competición recreativa, inspirada en la propia vida cotidiana del trabajo rural. Un deporte que cada día cuenta con más adeptos y cuya belleza solo es comparable a la de su indumentaria.
La doma vaquera se practica en unos 50 países reconocidos oficialmente por la Federación Ecuestre Internacional. Aquí el jinete y el caballo sincronizan sus movimientos para poder recrear los ejercicios de la competición y demostrar sus habilidades diferenciales.
Esta especialidad tiene su origen en el siglo XIX cuando la abundancia del sector primario y la gran cantidad de tareas que había que realizar en el campo fomentaban un aprovechamiento del entorno rural que fuera más allá del trabajo, dando paso a actividades centradas en el ocio y el disfrute de las numerosas familias que vivían alejados de la ciudad.
El ganado bravo, que no está domesticado, aparece como el punto de inicio de esta disciplina ecuestre, ante la necesidad de realizar una práctica eficiente a la hora de controlar a los distintos animales que conviven en el lugar. Esta circunstancia es la que explica que la doma vaquera se haya desarrollado en las tierras de España con mayor número de ganaderías, como ocurre en regiones como Andalucía o Extremadura.
Otra curiosidad es que el caballo de pura raza español sigue siendo el favorito y más demandado por los amantes de esta disciplina. Su carácter dócil, rapidez y fuerza de movimientos, unido a su grán agilidad, dotan al caballo de pura raza español de un valor diferencial clave.
Pero ¿Qué hace falta para practicar la Doma Vaquera?
Además del propio animal y una buena montura, amplia y flexible que permite al jinete ir cómodo en sus largas horas sobre el caballo, no puede faltar una vestimenta adecuada para jinetes y amazonas que compiten en la disciplina regulados por la Real Federación de Hípica Española. El cual, en su artículo 17 del reglamento para los concursos de la doma vaquera, específica que la indumentaria debe ser la que tradicionalmente se ha usado en Andalucía para esta forma de montar. Siendo habitual el uso de colores sobrios como el negro o el gris manteniendo intacta la traición. Pese a la estricta medida, siempre existe un margen para que cada persona se diferencie e imponga su propio estilo. Respetando y preservando la esencia de esta tradición.
Otro elemento fundamental es el sombrero de ala ancha, obligatorio para todos los participantes de esta disciplina, al igual que la chaqueta corta o la camisa “guayabera” que siempre le acompaña un chaleco y pañuelo anudado, aunque puede sustituirse por una faja negra. Los pantalones tienen que ser de vueltas blancas, con botas o botines, dependiendo del tipo de pantalón. Y no estaríamos completos si no lleváramos unos caireles que nos permitan adornar el extremo inferior de los mismos.
Además, la falda larga tradicional es característico de las Amazonas, que suelen llevar un peinado sin flores ni alhajas. Con una buena vara en la mano dominante y su sombrero De ala ancha o catite. Una indumentaria elegante que ha conseguido traspasar los límites de lo deportivo.
Una forma de entender el mundo del caballo que se disfruta durante todo el año, en la que se trabaja duro para alcanzar el mejor resultado en cada exhibición. En definitiva una tradición que en Tomar Artesanía llevamos mimando desde hace más de medio siglo, acompañando y evolucionando la moda y el deporte que rodean al caballo y a la persona que lo monta.